La reducción de San Ignacio, una de las mejores conservadas y más conocidas de la Las misiones jesuíticas guaraníes, también llamadas reducciones jesuíticas guaraníes, fue uno de los 30 pueblos misionales fundados por la Compañía de Jesús entre los guaraníes y pueblos afines, que tenían como fin evangelizar a los indios de las actuales provincias de Misiones y Corrientes, en Argentina, de importantes territorios actualmente en el Paraguay y de las denominadas Misiones Orientales, ubicadas al suroeste del Brasil.
Fundada por el padre jesuita Roque González de Santa Cruz a comienzos del siglo XVII para evangelizar a los nativos guaraníes, se encuentran en la actual localidad de San Ignacio, en la provincia argentina de Misiones, distantes unos 60 km de la capital provincial, Posadas. Aunque el asiento inicial de San Ignacio Miní (San Ignacio Miní I) se ubica en el extremo norte del actual estado brasileño de Paraná cuando entre los siglos XVI y XVIII el territorio de tal estado formaba la región hispanojesuítica de La Guayrá.
La misión inicial con el nombre de San Ignacio Miní (San Ignacio Chico) fue erigida por los sacerdotes José Cataldino y Simón Maceta en la región que los nativos llamaban Guayrá y los españoles llamaron La Pinería (por la abundacia de bosques de pino Paraná), en territorios entonces hispanos y que actualmente corresponden al estado de Paraná (Brasil), alrededor de 1610, más precisamente en la orilla izquierda (en ese lugar orilla sur) del río Paranapanema y a la izquierda del aún hoy llamado San Ignacio en el sitio hoy llamado Santo Inácio. Las coordenadas del primer asiento de San Ignacio Miní fueron: 22°41′52″S 51°47′37″O / -22.69778, -51.79361.
San Ignacio Miní I era entonces una de las 13 reducciones fundadas por los jesuitas españoles a partir de 1554 cuando ya existían en la Guayrá las poblaciones españolas de Ontiveros, Ciudad Real del Guayrá y Villa Rica del Espíritu Santo; la primera San Ignacio Miní entonces fue fundada a poca distancia de la capital de las Misiones Jesuíticas del Guayrá, tal capital era la reducción y ciudad de Nuestra Señora de Loreto fundada en 1610 y ubicada también en la orilla izquierda del Paranapanema y en la desembocadura del río Pirapó sobre el citado Paranapanema.
En 1631, la mayor parte de las reducciones fueron asediadas y destruidas por los bandeirantes paulistas o mamelucos. Sólo las de San Ignacio y Nuestra Señora de Loreto resistieron los ataques, pero en 1632 decidieron trasladarse a la región de Paranaimá, hacia el oeste. Pese a la organización de milicias nativas organizadas y entrenadas por los jesuitas de vocación militar, las hostilidades obligaron a replegarse nuevamente hacia el este, a su ubicación actual, en donde en 1696, la presión de los bandeirantes y mamelucos lusobrasileños obligó a que el padre jesuita español Antonio Ruiz de Montoya guiara a la población guaraniticomisionera hacia el oeste y hacia el sur bajando sucesivamente por los ríos Paranapanema y Paraná, tras haber tenido diversos emplazamientos que fueron abandonados más tarde, se restableció definitivamente en el sitio actual (coordenadas:
27°15′19″S 55°31′54″O / -27.25528, -55.53167), cerca de la confluencia del río de las Rayas o Yabebiry con el Paraná, desde entonces el Yabebiry señaló los límites entre las Altas Misiones y las Bajas Misiones. Recibió entonces el nombre de San Ignacio Miní ("la menor", en guaraní) para distinguirla de la anterior San Ignacio de la zona, llamada luego San Ignacio Guazú ("la mayor").
Hacia mediados del siglo XVIII la misión contaba con más de tres mil habitantes, y una rica e intensa actividad artesanal y cultural; su ubicación sobre el río Paraná favorecía el comercio con otros asentamientos de la zona. Sin embargo, en 1768, tras la expulsión de los jesuitas, fue abandonada por completo. Al igual que el resto de reducciones.
En la actualidad San Ignacio Miní es la mejor conservada de las misiones en territorio argentino. La planta de la misión es la común a la mayoría de las construidas por los jesuitas en la época: alrededor de una plaza central se distribuyen la iglesia, la Casa de los Padres, el cementerio, las viviendas y el cabildo. En la construcción de San Ignacio se empleó la piedra local, el asperón rojo, en grandes piezas. La dimensión de los trabajos ha permitido que, pese a años de deterioro, la mayor parte de los muros siga en pie.
Las Ruinas Jesuíticas de la Misión de San Ignacio Miní, junto con las de Nuestra Señora de Loreto, Santa Ana y Santa María la Mayor (actualmente en Argentina) y São Miguel (Brasil) fueron declaradas Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 1984. Las de Santísima Trinidad y Jesús, en Paraguay, fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1993.
San Ignacio Mini – Historia reciente
En el año 1869, se debatía en el Congreso Nacional la devolución de la perdida autonomía de Misiones dado que en ese tiempo, el territorio estaba virtualmente deshabitado. Cuando terminó la “Guerra Grande” en 1870, un verdadero aluvión humano se volcó a estas tierras ubicándose a la vera de los ríos y en cercanías de los que habían sido solares jesuíticos.
Después de la federalización, el Agrimensor Queirel, delineó el Centro Urbano San Ignacio, creado por Corrientes un 25 de Septiembre de 1877, en tanto el pueblo “nuevo” se fundó un 18 de Enero de 1907, tras la llegada de los pioneros entre los que se recuerda a Marcelino Boix, Pablo Allain, Pablo Martín, Adolfo Lanusse, los hermanos Palacios y otros que con su aporte, sentaron las bases para el progreso de una localidad que hoy tiene sello propio.
El principal potencial económico del Municipio surge de una muy importante producción yerbatera, a la que le siguen en orden de importancia, la actividad forestoindustrial, y una creciente industria del Turismo, que apoyada en las Ruinas de San Ignacio Miní declarada MONUMENTO HISTORIO NACIONAL y PATRIMONIO CULTURAL DE LA HUMANIDAD por la Naciones Unidas, van generando una infraestructura de servicios para atraer al turista, y hacerle conocer otros atractivos como el Peñón del Teyú Cuaré a la vera del Río Paraná, o la Casa-Museo del escritor Horacio Quiroga, y el Museo Regional “Miguel Nadasdy”.
Comunidad Guaraní de San Ignacio
Sitio en donde se mantiene una comunidad de descendientes de guaraníes, allí se pueden observar algunas de sus auténticas artesanías y recorrer establecimientos yerbateros y otros cultivos, como ser los cultivos de la káa-hée o "hierba dulce" (una excelente alternativa al azúcar y a los edulcorantes artificiales).
En la localidad se encuentra también un centro de interpretación, que provee información de la historia y la cultura de las misiones, además de organizar espectáculos didácticos.
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